¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!
“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.
Con alegría leamos la palabra.
“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen
Primera Lectura
Libro de Isaías 63,16b-17.19b.64,2b-7.
*Sales al encuentro del que practica la justicia*
Porque tú eres nuestro padre, porque Abraham no nos conoce ni Israel se acuerda de nosotros. ¡Tú, Señor, eres nuestro padre, "nuestro Redentor" es tu Nombre desde siempre!
¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte? ¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia!
¡Desde hace mucho tiempo, tú no nos gobiernas, y ya no somos llamados por tu Nombre! ¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti,
Cuando hiciste portentos inesperados,
que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en él.
Tú vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tú estás irritado, y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti.
Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento.
No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas.
Pero tú, Señor, eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tu, nuestro alfarero: ¡todos somos la obra de tus manos!
Meditación
La comunidad judía que retorna del exilio enfrenta un gran desafío: reconstruir los fundamentos de la nación, la ciudad y el Templo. No era una tarea fácil. La mayoría de los exiliados ya se habían organizado en Babilonia y en otras regiones del imperio caldeo. La mayor parte de los que habían llegado desde Judea cincuenta años antes ya habían muerto y los descendientes no sentían gran nostalgia por la tierra de sus padres. Los profetas los habían invitado continuamente a reconocer los errores que habían conducido a la ruina, pero la mayor parte de los exiliados ignoraban a los mediadores de Yahvé.
Algunos tomaron entre sus manos el proyecto de reconstruir la identidad, las instituciones y la vida de la nación. Sin embargo, no contaron inicialmente con mucho apoyo, Parecía una idea loca e innecesaria: para qué volver a Jerusalén si ya no había remedio... Lo mismo nos ocurre a veces a nosotros, vivimos de la nostalgia del pasado pero no nos comprometemos a transformar la realidad del presente. Añoramos otros tiempos en que se vivía mejor, pero no rescatamos los valores que hacen posible una convivencia humana justa y equitativa.
En la palabra de Dios se compara a sí mismo con un alfarero y a su pueblo con barro. La obra de él es la de modelador y formarnos a su semejanza. La lección que debemos aprender es una lección de sumisión.
No ha de resaltar el yo. Si se da la debida atención a la instrucción divina, si el yo se somete a la voluntad divina, la mano del Alfarero producirá un vaso simétrico
El Señor desea que seamos mansos, humildes y contritos, y que sin embargo estemos llenos con la seguridad que proviene de un conocimiento de la voluntad de Dios. "No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. .
Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia"
Salmo: 79
*Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve*
Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. / Despierta tu poder y ven a salvarnos.
Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.
Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Segunda Lectura.
1Corintios 1,3-9
*Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo*
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
No dejo de dar gracias a Dios por ustedes, por la gracia que él les ha concedido en Cristo Jesús.
En efecto, ustedes han sido colmados en él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento,
en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en ustedes.
Por eso, mientras esperan la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no les falta ningún don de la gracia.
El los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo.
Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
Meditación
San Pablo empieza su carta subrayando su personalidad como fundador y responsable de la comunidad. El es un “apóstol convocado por Cristo Jesús, por voluntad de Dios”. Efectivamente, a través de todo el epistolario de San Pablo, no encontramos rastro de un procedimiento de elección democrática para el cargo de dirigente eclesial. Este último se lo debía todo a una misteriosa “convocación” de Cristo Jesús”. Pero, como veremos a través de toda la correspondencia con Corinto, este punto de partida no implica el hecho de que los responsables sean unos tiranos arbitrarios. Todo lo contrario: se subraya repetidamente que el «ministerio» eclesial es simplemente eso: un «ministerio», un «servicio»; por lo tanto, ha de estar en función de la comunidad, y la propia comunidad tiene el derecho y el deber de reclamar para sí lo que verdaderamente le sirve. Lo que San Pablo quería evitar a toda costa era concretamente lo contrario: los manejos electorales, llevados a cabo por grupos determinados, con intereses determinados y con la finalidad de imponerse a toda la comunidad.
No. La comunidad debería estar abierta a la misteriosa acción del Espíritu, que soplaría de la manera menos pensada.
San Pablo nunca usa el título de «cristiano sino simplemente «los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro»: el «señorío» de Cristo se ejerce horizontalmente sobre todos los miembros de la comunidad, sin privilegios a los que han sitio designados como dirigentes o responsables.
Por eso, se trata de Cristo como el único responsable de los dones de la comunidad. Esta debería estar siempre rebajada frente al “Señor” reconociendo que la fe le ha venido de arriba por pura donación gratuita.
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El Evangelio De Hoy
Mc 13,33-37:
*Velen, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa*
Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento.
Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana.
No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!".
Reflexión
El relato evangélico comienza y concluye con la misma invitación: «Vigilad» (vv 33.37). Siguen dos enseñanzas, la primera indica el “porqué” de la vigilancia: «Vigilad, pues no sabéis cuándo es el momento preciso» (v. 33). Una lectura superficial podría parecernos como una imposición tiránica: Jesús no revela el día y la hora, para que los cristianos vivan en continuo temor. Al contrario, no se indica la hora porque todas las horas son buenas para abrirse al evangelio de suerte que comprometa la existencia. Jesús desea vitalizar a una comunidad para que no esté obsesionada con el deseo de conocer el final, sino que se preocupe por vivir y discernir tiempos y momentos en la escucha y la obediencia. Y esto en la espera de la última cita que nos introducirá definitivamente en el Reino; ciertamente es una espera continua e intensa, pero no ansiosa ni temerosa, sino que rebosa con fianza.
La segunda enseñanza está en el “estilo” de la vigilancia. San Marcos, al narrar la parábola del hombre que se marcha de viaje lejos, indica que deja su “casa” al cuidado de sus criados (v. 34). Es posible ver en la casa una imagen de la comunidad cristiana. Cualquier creyente es, en su fidelidad cotidiana al Señor, responsable de su construcción. La vigilancia se caracteriza como “vigilancia de la casa”, de la que, mientras espera a su Señor, el cristiano debe cuidar desempeñando la tarea que Dios ha confiado a cada uno.
La esperanza es la virtud por excelencia de adviento. Nos hace mirar al mañana con confianza y valentía. Sin embargo, correría el riesgo de ser una esperanza ilusoria, vana, que se disiparía en la nebulosa de nuestra fantasía si no fuese capaz de mirar con realismo la situación presente y si no estuviese arraigada en el recuerdo de las cosas buenas conocidas y vividas. Esta es la temática común de las lecturas de hoy.
¿Qué es lo que esperamos?
«La espera, el esperar es una dimensión que atraviesa toda nuestra existencia personal, familiar y social. La espera está presente en mil situaciones, desde las más pequeñas y banales hasta las más importantes, que nos implican totalmente y en lo profundo.
Cada uno de nosotros, por tanto, especialmente en este Tiempo que nos prepara a la Navidad, puede preguntarse: yo, ¿qué espero? ¿A qué, en este momento de mi vida, está dirigido mi corazón? Y esta misma pregunta se puede plantear a nivel de familia, de comunidad, de nación. ¿Qué es lo que esperamos, juntos?»
Señor, gracias por este tiempo del Adviento que me ayuda a prepararme espiritual y apostólicamente al gran acontecimiento de la Navidad. Permite que esta meditación me descubra los medios de perseverancia en lo que tengo que poner más atención.
Señor Jesús, que demostración de amor tan grande es el misterio de tu Encarnación. Te entrego, con humildad y mucho amor, mi vida entera, ¡haz en mí tu morada! Te prometo que estaré en constante vigilancia para que la morada que te ofrezco sea digna de Ti. Pondré atención a las pequeñas debilidades o caídas, que ilusamente llego a pensar que no van a tener mayor repercusión, pero que al irse acumulando van minando y debilitando mi espíritu y mi capacidad de amar. Combatir el mal, cualquier forma de pereza, egoísmo y apatía, especial atención a la ostentación y vigilancia de mis gastos, es el itinerario que pongo a tu consideración en esta oración. ¡Ven, Señor, no tardes! ¡Ven que te esperamos! ¡Ven pronto Señor! Señor Jesús, yo confieso que he pecado contra Ti, Por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme. Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade. Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.Amén y Amen
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
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Con el mayor de mis respetos. Saludos. Dios los Bendiga. *
GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.
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Hermes Sarmiento G
De Colombia
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