Noche de verano, noche de navidad
No todas las noches son iguales. Cada una tiene un color y
aroma particular.
Hay noches perfumadas de árboles en flor y noches en
que los aromas
se mezclan en el viento,
mientras buscamos un soplo fresco de cara al camino.
Las noches de navidad tienen el calor del verano
y perfume a
rosas en flor.
Son esas noches en que el infinito se viste de gala y se
desenvuelve en
todo su esplendor mostrando estrellas brillantes y algunos
cometas de rojo punzó.
La navidad en el sur nos muestra la gloria de Dios
en toda su magnitud,
mientras en los hogares la cordialidad y la amistad intentan
reinar en abrazos fraternos y viva realidad.
Esos días parecería que el cielo se abre de par en
par dejandonos ver
un poquito de otra maravillosa realidad.
Cuando terminan los festejos, cuando ya todo el mundo
se ha ido a dormir,
yo me voy en silencio a mi pequeño patio y levanto la mirada
a mi pedacito de cielo azul.
Pienso en mis padres que ya no están, recuerdo
los tiempos en que Papá Noel era una
"verdad sin discusión" y vuelvo a oír las risas de mis hermanos
jugando en
la casa familiar. El olor a una comida especial que preparaba mamá.
Y estoy solo allí,
recordando, pensando en cuánto me gustaría darle un beso
a quienes con nosotros no están,
mientras la vida continúa, mientras siento el perfume de
una noche de verano,
mientras la brisa fresca me toca la piel, siento un cálido
abrazo como en tantas
noches de verano en que en mi casa festejábamos la navidad,
entonces comprendo
que somos la marca de un recuerdo y que seguramente,
más allá de las estrellas,
un beso llega volando entre azules nubes para
decirnos: Felíz navidad.
© Miguel Angel Arcel