Buena pregunta, para una buena respuesta.
¿Dónde está Dios? El hombre la formula desde siempre.
Hubo muchas respuestas a lo largo de la historia. La de Jesús es más perfecta. Lo recuerda Miguel Ortega Riquelme en su libro "A ti te lo digo", que recomiendo:
"Es posible que la pregunta se la haya hecho en la caverna el hombre primitivo.
Es posible que cada hombre que nace se la formule con pasión miles de veces en su vida. Se la plantean los filósofos, los teólogos y los científicos. Me la hago yo también. Tú también.
Y Jesús nos ha dado una respuesta que aún no nos atrevemos a creer:
Está en todo hombre, en cada hombre, detrás de tí y adelante. Está a cada paso y en todo lugar. Pero sobre todo en el corazón humano. Está en el que pide el pan que tú comes o las migas que caen de tu mesa.
Está vivo en el joven drogadicto que necesita sentir la vida y trascenderla. Está en la pareja que se ama tiernamente y en la que discute y se separa. Está en todo el que busca cariño, en el que odia, está solo o anda triste.
La pregunta se podría hacer al revés: ¿dónde no está Dios?, ¿dónde no?
Y esto nos cambia la vida, porque nos hace estar alertas para sentirlo.
A veces es demasiado fácil inclinarse ante el niño de yeso de un pesebre, mientras pasamos de largo ante el niño triste, sin valorarlo como persona o escandalizándolo.
Es muy fácil besar acongojado una imagen de madera en Viernes Santo, y no descubrir el sufrimiento humano ni las crucifixiones contemporáneas.
Nos cuesta tanto o nos resistimos tanto a reconocer su intensa presencia y su rostro en cada hombre y en todos, en cada mujer y en todas, en cada anciano, joven o niño.
Si alguien a ti te pregunta: ¿dónde está Dios?, no respondas con teorías o definiciones aprendidas de memoria. No señales hacia arriba, ni lo encierres en paredes o lo reduzcas a un lugar.
Muestra al hombre. Muestra tu rostro, tu amor, tu testimonio y tu vida.
Y hazlo de tal manera que nadie dude que Dios está ahí, contigo, y que está aquí, en este mundo".
Padre José Ceschi