Una mañana de abril, con una nostalgia febril al pasar por un abad, vi a la flor del baobab la acaricie con ternura, me resigne con mesura y dispuesto a acariciar, y la belleza admirar de la flor del baobab.
La guarde en una cajita, de vidrio muy chiquitita pues del genero adansonia, mas bella que una begonia entre mis grandes tesoros, mas fina que diez mil oros y poderla contemplar, y con nostalgia suspirar al pasar por ese abad.
Al regresar en la tarde, y yo entre alarde y alarde a mis amigos lleve, y muy frio me quede al yo verle tan marchita, a mi linda florecita que estaba tan florecida, y ahora esta tan desabrida como tela sin telar, y que pude yo mirar al pasar por el abad.
De la Red
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