Existe un grupo grande de formas de dolor crónico de los músculos y aponeurosis (refuerzo de la unión de los tendones a los huesos), caracterizado por presentar puntos dolorosos o puntos gatillo (trigger points) en uno o más músculos o uniones en diferentes partes del cuerpo. Usualmente se acompaña de contractura muscular, limitación de los movimientos de la columna, cuello, cintura, miembros y hasta en algunos casos alteración de la forma anatómica de músculos y articulaciones. Los especialistas los definen como dolor músculoesquelético o dolor miofascial, y estos puntos dolorosos musculares constituyen la queja más común cuando el paciente concurre a la consulta del especialista de dolor y que se localizan por simple palpación.
En cuanto a las personas más afectadas, es una enfermedad que puede presentarse en ambos sexos, pero la mayor incidencia es en mujeres de 30 a 55 años de edad, que realizan trabajos sedentarios, poca actividad física y que ocasionalmente se deciden a practicar gimnasia vigorosamente sin la preparación adecuada de los músculos.
En cuanto a los músculos más afectados, el dolor persistente y de intensidad variable, está más comúnmente localizado en cabeza, cuello, hombros, extremidades, glúteos y región lumbar. Puede presentarse asociado a enfermedades músculoesqueléticas, artritis, lesiones nerviosas y enfermedades viscerales.
Causas
Los factores que producen esos puntos dolorosos musculares se pueden dividir en cuatro grupos:
a) Factores mecánicos. Son las posturas anormales relacionadas con el trabajo, cabeza hacia delante y espalda recargada como la del oficinista, postura lateral al caminar, tacos altos, fajas ajustadas, alteraciones de la columna vertebral, inmovilidad prolongada; son todos factores que hacen vulnerable a una persona para desarrollar los puntos dolorosos en los músculos.
b) Factores psicológicos como la ansiedad, depresión, frustraciones de la vida diaria, estrés laboral, etc., que tienen influencia en el desarrollo del dolor muscular.
c) Factores metabólicos y endócrinos como anemia, disminución de la glucosa en sangre, síndrome premenstrual, menopausia, hipoparatiroidismo, producen cambios en el metabolismo energético del músculo favoreciendo la aparición de zonas ó áreas de dolor en diferentes músculos del cuerpo.
d) Las infecciones como el herpes zóster, que además de producir un cuadro de dolor llamado neuralgia herpética, también predispone a la enfermedad musculoesquelética.
Los síntomas
El principal signo diagnóstico de la enfermedad musculoesquelética es la presencia de los puntos dolorosos o puntos gatillo en uno o en varios músculos del cuerpo. La palpación de los puntos dolorosos reproduce el dolor del paciente como un dolor localizado y circunscripto y que en muchos casos se acompaña de contractura muscular con aumento de la sensibilidad local (hipersensibilidad). A ese dolor el paciente lo puede referir también a otra zona distante del cuerpo al comprimir algún punto doloroso o al palpar esa zona endurecida en el músculo.
Hay también una disminución de los movimientos de los miembros superiores e inferiores, y de la cadera, dolor en los músculos glúteos, del hombro y de la región lumbosacra.
¿Cuáles son los grupos musculares más afectados? Los músculos afectados por esta enfermedad y que duelen cuando el médico realiza la palpación, están agrupados en distintas áreas llamadas: . área cervical y torácica que contiene los músculos de la cabeza, cuello y tórax, . área lumbosacra, la zona por debajo de la duodécima costilla, la articulación sacroilíaca y los músculos glúteos.
Diagnóstico y tratamiento
Además del dolor, el paciente puede tener otros síntomas como fatiga, lagrimeo, pérdida del apetito, insomnio, sudoración, salivación, depresión o irritabilidad exagerada. Para diagnosticar la enfermedad musculoesquelética es necesario un examen físico completo que comprende básicamente: . la palpación de los puntos dolorosos musculares, . la valoración de los reflejos, . la movilidad muscular, . reconocimiento de algún tipo de asimetría corporal o una mala postura, . valorar la fuerza muscular y . el nivel de estrés.
El tratamiento farmacológico del dolor músculoesquelético está basado en el uso de psico-analgésicos y relajantes musculares por vía oral. La inyección de analgésicos por vía peridural, antiinflamatorios en la articulación sacroiliaca por vía percutánea, producen alivio cuando esta patología está asociada a otras enfermedades que producen dolor crónico.
En la actualidad se está utilizando con buenos resultados la inyección en la articulación sacroilíaca de una sustancia viscosa y elástica, con la finalidad de aumentar la elasticidad y el movimiento de esa articulación.
La fisioterapia también cumple una función importante en el tratamiento de esta enfermedad, pero debe ser indicada por el médico tratante para adaptarla a cada paciente y a cada patología.
En los casos más comunes se realiza en el consultorio la inyección de analgésicos y anestésicos locales en los puntos dolorosos de los músculos afectados. Esto produce la relajación muscular, la desaparición de los puntos dolorosos, el alivio del dolor y la recuperación de la movilidad de la región afectada.
Todos estos tratamientos en conjunto logran reducir el disconfort y el dolor muscular, aumentar la movilidad de las distintas articulaciones afectadas y permitir que el paciente pueda mejorar su calidad de vida y reintegrarse a la actividad laboral.
Colaboración CL Gonzalo Retamal Moya
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