Fuente: Organización Mundial de la Salud
Yo siempre pensé que era aprensivo. Me sentía inquieto y no podía descansar. A veces estas sensaciones iban y venían. Otras veces eran constantes. Podían durar días. Me preocupaba por la cena que iba a preparar para la fiesta o cuál sería un magnífico regalo para alguien. Simplemente no podía dejar nada de lado.
Tenía serios problemas para dormir. Hubo ocasiones en que despertaba ansioso en la mañana o en la mitad de la noche. Me costaba trabajo concentrarme aún mientras leía el periódico o una novela. A veces me sentía un poco mareado. Mi corazón latía apresuradamente o me golpeaba en el pecho. Esto me preocupaba aún más.
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es mucho más de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aún cuando nada parece provocarlas. El padecer de este trastorno significa anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día provoca ansiedad.
Las personas que padecen de TAG no parecen poder deshacerse de sus inquietudes aún cuando generalmente comprenden que su ansiedad es mas intensa de lo que la situación justifica. Quienes padecen de TAG también parecen no poder relajarse. Frecuentemente tienen trabajo en conciliar el sueño o en permanecer dormidos. Sus preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, especialmente temblores, contracciones nerviosas, tensión muscular, dolores de cabeza, irritabilidad, transpiración o accesos de calor. Pueden sentirse mareadas o que les falta el aire. Pueden sentir náusea o que tienen que ir al baño frecuentemente. O pueden sentir como si tuvieran un nudo en la garganta.
Depresión
La depresión frecuentemente acompaña a los trastornos de ansiedad y, cuando esto sucede, también debe atenderse. Los sentimientos de tristeza, apatía o desesperanza, cambios en el apetito o en el sueño así como la dificultad en concentrarse que frecuentemente caracterizan a la depresión pueden ser tratados con efectividad con medicamentos antidepresivos o, dependiendo de la severidad del mal, con psicoterapia. Algunas personas responden mejor a una combinación de medicamentos y psicoterapia. El tratamiento puede ayudar a la mayoría de las personas que sufren de depresión.
Muchos individuos con TAG se sobresaltan con mayor facilidad que otras personas. Tienden a sentirse cansados, les cuesta trabajo concentrarse y a veces también sufren de depresión.
Por lo general, el daño asociado con TAG es ligero y las personas con ese trastorno no se sienten restringidas dentro del medio social o en el trabajo. A diferencia de muchos otros trastornos de ansiedad, las personas con TAG no necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado de su trastorno. Sin embargo, si éste es severo, el TAG puede ser muy debilitante, resultando en dificultad para llevar a cabo hasta las actividades diarias más simples.
El TAG se presenta gradualmente y afecta con mayor frecuencia a personas en su niñez o adolescencia, pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los familiares de las personas afectadas. Se diagnostica cuando alguien pasa cuando menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios.
Otro documento sobre DEPRESIÓN. La depresión es el factor más importante de riesgo suicida: el 70% de los suicidas presentan síntomas depresivos, pero la intensidad de los síntomas no constituye en sí un factor adicional de riesgo.
Definición En el "síndrome depresivo" la tristeza profunda que afecta la totalidad de la vida psíquica, física y de relación de la persona enferma, se ve acompañada en mayor o menor medida por síntomas de inhibición, o angustia y por diferentes manifestaciones físicas. En la practica aproximadamente el 40% de los que consultan en forma ambulatoria en un servicio de Salud Mental de un Hospital General, presentan un trastorno depresivo; siendo la población femenina la más afectada. La depresión es el factor más importante de riesgo suicida: el 70% de los suicidas presentan síntomas depresivos, pero la intensidad de los síntomas no constituye en sí un factor adicional de riesgo. Causas La depresión constituye uno de los típicos trastornos en los que existe una "personalidad con predisposición"; Destacándose la tendencia y el afán por el orden, son personas sobrias, razonables, formales y con sentido del deber, escrupulosos moralmente, con tendencia a culpabilizarse, etc. La aparición de un cuadro depresivo puede ser desencadenado por la perdida de un objeto (una persona o abstracción) que por su valor simbólico, lleva a una disminución de la autoestima. Esa perdida produce frustración, que provoca hostilidad, que en lugar de dirigirse hacia el objeto frustrador se vuelve hacia el propio paciente; como consecuencia de la identificación que se ha producido entre el objeto y la persona. Este enojo contra si mismo se presenta bajo la forma de sentimientos de culpa. Cuadro clínico En la depresión existe una "personalidad con predisposición"; destacándose la tendencia y el afán por el orden, son personas sobrias, razonables, formales y con sentido del deber, con tendencia a culpabilizarse, etc. Desde el punto de vista clínico podemos dividir a los trastornos depresivos en:
1-Primarias El cuadro depresivo no depende de otra enfermedad, ya sea mental o física; se dividen a su vez:
a) Depresiones endógenas: La tristeza profunda constituye el síntoma principal. Surgen sentimientos de fracaso y pesimismo, con disminución de la autoestima. La agresividad volcada hacia si mismo lleva a la aparición de penosos autoreproches y sentimientos de culpa. El enfermo ve disminuido su interés por aquellas cosas que hasta ese momento constituían su mundo, pudiendo llevar a un estado de absoluta indiferencia y desinterés por todo. La persona tiende al aislamiento, rehuye el contacto con familiares y amigos, se torna callado y retraído. Entre los distintos síntomas físicos pueden aparecer: disminución del apetito y del peso, trastornos del sueño, cansancio, cefaleas, sequedad bucal, constipación, palpitaciones, mareos y alteraciones del ciclo menstrual. Dificultad para conciliar el sueño, sueño interrumpido y sobre todo despertar precoz en la madrugada con imposibilidad de volver a dormir son las alteraciones más frecuentes b) Depresión psicógena: Bajo esta denominación se incluyen un grupo de trastornos con características particulares. Se presentan como un estado de animo deprimido casi continuo, durante periodos prolongados; siendo más común en el sexo femenino. A diferencia de la endógena, el inicio es de cada episodio es lento y a menudo impreciso, manifestándose por los siguientes síntomas: insomnio, pensamientos pesimistas y autodenigrantes, decrecimiento progresivo de la energía a lo largo del día, con cansancio y tendencia a permanecer acostado, disminución de la autoestima, pero sin un marcado sentimiento de culpa. En ocasiones el cuadro depresivo aparece como reacción a un factor estresante, produciéndose poco tiempo después de iniciado el agente causal.
2-Depresiones secundarias Surgen como manifestación de otro trastorno o enfermedad, entre las que podemos destacar: hipotiroidismo, déficit vitamínicos, diabetes, enfermedad de parkinson, sida, infarto de miocardio, abuso de sustancias (alcohol, somníferos, tranquilizantes), cáncer, etc. Se manifiesta con la aparición de tristeza acompañada de cansancio, disminución de la actividad por falta de fuerzas, tendencia al llanto, a la angustia y a la desesperación, insomnio e inapetencia. Tratamiento El tratamiento de las depresiones, cualquiera sea el agente desencadenante, debe basarse en una conducta terapéutica integral que combine tres aspectos: Biológico: comprende la utilización de medicamentos, como los antidepresivos tricícliclos, inhibidores de la MAO, o los llamados de "nueva generación"(fluoxamina, trazadona, etc). La mejoría suele ser evidente en el curso de la cuarta o quita semana. Psicológico: la reducción de los síntomas, la comprensión, y resolución de los conflictos psíquicos, así como la modificación de la conducta, son algunos de los posibles beneficios que el tratamiento psicoterápico pueden ofrecer. Social: el apoyo familiar y comunitario, resultan muy importantes en el beneficio máximo que pueda obtenerse con el tratamiento.
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