Los aneurismas son dilataciones arteriales localizadas, con modificaciones estructurales y funcionales de las arterias comprometidas. Para que una dilatación pueda ser considerada como aneurismática, el aumento del diámetro arterial tiene que ser al 50% del considerado como normal.
De acuerdo a la forma que adopten, se los clasifica en fusiformes, con un crecimiento alargado, afectando uniformemente a toda la luz de la arteria; y en saculares, donde el crecimiento es más hacia los lados.
Si bien cualquier arteria del organismo puede afectarse, la localización más frecuente de los aneurismas es en la aorta en su segmento abdominal.
Dependiendo de las causas, pueden ser congénitos (presentes desde el momento del nacimiento) y adquiridos, relacionadas con arteriosclerosis o patologías infecciosas e inflamatorias.
Cuando afectan a la aorta en su segmento abdominal, lo hacen por debajo del nacimiento de las arterias renales, con mayor frecuencia en los hombres a partir de los 50 años.
Cuadro clínico
Los aneurismas de la aorta abdominal pueden no producir manifestaciones clínicas, detectándoselos en forma casual al realizar estudios por otras causas. En otras personas pueden romperse ocasionando síntomas propios, variando desde un dolor en la región lumbar que se irradia hacia los testículos, similar al dolor del cólico renal, hasta molestias abdominales inespecíficas. Esta complicación es muy grave, ya que si no se inicia una medida de urgencia puede llevar a la muerte. Las pérdidas sanguíneas estarán determinadas por el tamaño de la superficie rota y la contención que puedan ejercer los órganos adyacentes.
Otra localización importante de los aneurismas es a nivel cerebral, no siendo tan infrecuente, ya que afecta alrededor del 2 - 5% de la población. Antes de romperse no producen molestias; pero cuando lo hacen, se manifiestan como un cuadro de una hemorragia cerebral, con un intenso dolor de cabeza, vómitos y alteración de la conciencia.
Los aneurismas de la aorta en su segmento torácico pueden originar dolor en el pecho, muy similar al producido en la angina de pecho o infarto de miocardio. Si la dilatación es importante puede comprimir estructuras vecinas como la traquea, ocasionando dificultad para respirar y/o comprimir el esófago con dificultad o dolor al deglutir.
Tratamiento
El tratamiento de elección es la resolución quirúrgica del aneurisma, para realizarla debe tenerse en cuenta si la persona presenta manifestaciones clínicas, el riesgo de que se rompa la arteria y las complicaciones propias de la cirugía.
Los factores que influyen aumentando el riesgo quirúrgico son las arritmias, infarto de miocardio previo, insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, etc. Todos estos factores deben ser evaluados en el período pre-operatorio, ya que su corrección optimizará el desarrollo de la cirugía.
Las personas con una dilatación arterial no superior a los 5 centímetros pueden ser controlados con tomografía computarizada cada seis meses, realizándose la cirugía cuando el crecimiento del aneurisma es rápido.
En los aneurismas cerebrales, cuando se rompen, la posibilidad de que vuelvan a sangrar es de aproximadamente el 20% en las primeras dos semanas, muchas de las cuales son mortales. Por esta razón, el diagnóstico temprano y la cirugía de urgencia son de vital importancia.
Colaboración CL Gonzalo Retamal Moya
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