La adolescencia constituye una etapa de la vida en la que se suceden una serie cambios no sólo a nivel físico, sino también a nivel emocional, social y del desarrollo intelectual. Es un período en el que comienzan a experimentarse e incorporarse cambios interiores, búsqueda de la identidad; cambios exteriores y corporales, desarrollo sexual; etapa de intercambio con el medio que los contiene.
Si bien no es sencillo determinar con precisión el tiempo o edad específica en la cual se desarrolla, ha podido establecerse que se extiende desde los 10 a los 20 años de edad. A su vez puede subdividírsela en tres etapas: Temprana: desde los 10 a los 13 años; Media: desde los 14 a los 17 años y una etapa Tardía a partir de los 18 años. Esta subdivisión se ha establecido principalmente para facilitar la comprensión de la adolescencia, la cual se correspondería con la realización de actividades educacionales, sociales, etc.
La adolescencia es una etapa de extrema vulnerabilidad desde el punto de vista social, psicológico, económico y de salud, por ende, es importante que el médico de cabecera del niño junto con su familia adopten una serie de medidas para lograr una contención adecuada evitando o previniendo las complicaciones que de ello puedan suscitarse.
Es importante tener en cuenta, que en esta etapa de la vida no sólo se suceden cambios físicos, sino que además, estos cambios se relacionan con el desarrollo de las capacidades intelectuales y cognoscitivas a las cuales, los adolescentes deben adaptarse. Para ello deben ampliar su vocabulario para poder expresar adecuadamente sus inquietudes y comprender los mensajes.
En la primera etapa, una de las preocupaciones más importantes está relacionada con la velocidad con que se suceden los cambios corporales y la comparación con otros niños y con la imagen que obtienen del espejo.
Dialogar acerca de cambios, como la menstruación, masturbación y poluciones nocturnas, es muy importante, a modo de prevenir o anticipar cuales serán los que se sucederán. Los padres deben tener siempre presente la separación progresiva que realizan los adolescentes de su niñez, con cambios de humor, inseguridad, melancolía, sensación de incomprensión y el establecimiento de lazos estrechos con sus pares por la necesidad de cariño y apoyo en un confidente.
En una etapa posterior, sus preocupaciones se relacionan con "ser atractivos" y "lucir" con determinadas modas o grupos. Es así como se arraigan fuertemente a un grupo, compensando la ausencia de contacto con los padres, y cuando ellos lo tratan como a un niño frente a sus pares se incrementa la rebeldía, sintiendo una traición a si mismo. Surgen sentimientos de omnipotencia, pudiendo determinar la aparición de conductas de riesgo como tabaquismo, alcoholismo y drogadicción o conductas antisociales como robo, agresión y conducción de vehículos en forma irresponsable.
La etapa de adolescencia tardía, es de preparación para los roles a desempeñar en la adultez y donde la preocupación por el cuerpo comienza a superarse. La autonomía se aferra, hay mayor fluidez en el diálogo con los padres y escuchan sus consejos.
La familia y el ambiente en el que se desenvuelve favorecen o dificultan el desarrollo de los adolescentes. Todo depende del respeto de sus tiempos evolutivos y del apoyo que se les brinde. Por ejemplo, en una familia bien posicionada y sobreprotectora, las etapas podrían prolongarse, no logrando una maduración adecuada. Por otro lado, en las familias menos pudientes el proceso suele apresurarse lo que tampoco promueve la maduración personal adecuada.
El crecimiento no se produce en forma armónica ni simultánea, sino que es secuencial, aumentando en una primera instancia el tejido adiposo, luego el esquelético y el muscular.
El aumento normal de peso previo a la adolescencia se debe al incremento del tejido graso, lo que ocasiona mucha preocupación a los padres y al niño. A si mismo, el incremento de peso continúa en las niñas luego del primer ciclo menstrual a expensas del tejido adiposo y la talla. Al alcanzar la pubertad, las niñas logran el 60% del peso corporal del adulto y durante el "estirón" puberal aumenta entre 5 - 6 kg. por año.
En las niñas, el crecimiento puberal se produce dos años antes que en los niños con un incremento promedio de 9 cm. por año en las niñas y de 10,3 cm. por año en los niños. A pesar de que las niñas inician antes el crecimiento puberal, el resultado final es una diferencia de 12 cm. en promedio a favor de los niños, como consecuencia de un mayor incremento anual.
El desarrollo muscular coincide con el óseo, con una gran multiplicación de las fibras musculares y disminución del tono de los músculos, que favorece la postura desgarbada, los cuales se normalizan al finalizar el desarrollo. Es importante tener en cuenta que, a raíz de esto, muchos adolescentes recurren a la gimnasia y a los aparatos, descuidando el hecho de que sobrecargar la columna en crecimiento pude provocar lesiones importantes. Sólo al finalizar el desarrollo se logra la plenitud física buscada.
A nivel genital, el primer signo de actividad hormonal masculina es el aumento del tamaño de los testículos, seguido del crecimiento del pene y el crecimiento del vello púbico, así como también en axilas piernas, cara y pecho, y en las mujeres el primer signo de actividad hormonal es el "botón mamario" que puede aparecer primero sólo de un lado o bien, ambos a la vez, posteriormente lo hace el vello pubiano y axilar.
Un dato a tener en cuenta además del denominado "grupo promedio", existen los extremos, por lo que algunos adolescentes maduraran precozmente y otros en forma mas tardía, lo importante es que tarde o temprano todos alcanzarán el desarrollo completo.
Bibliografía: . "PRONAP 2002" - Sociedad Argentina de Pediatría - Módulo Nº 4 - Supervisión de la salud del adolescente. . "Pediatría - V Edición - Tomo Il", Meneghello, Ed. Médica Panamericana.
Colaboración CL Gonzalo Retamal Moya
|