Es común encontrar personas que viven angustiadas por lo que les puede deparar el futuro. Otras personas parece que vivieran en el pasado: solamente se dedican a rememorar acontecimientos que ya ocurrieron. Ambos tipos de personas tienen en común que evitan o no se dan la posibilidad de vivir en el presente.
Vivir en el presente significa que debo prestar atención a lo que está ocurriendo aquí y ahora.
La persona que vive angustiada por lo que le pueda deparar el futuro disminuye su capacidad para ocuparse del presente y, a cambio de eso, no consigue mejorar su situación. Puedes prever el futuro pero solamente hasta un cierto punto. Tus mejores previsiones pueden quedar inutilizadas por acontecimientos que están fuera de tu control.
Otras personas se rehusan a vivir en el presente porque consideran que fue mejor el pasado. Mientras que la consideración de lo que es mejor o peor es algo mayormente subjetivo, lo cierto es que el pasado ya pasó y no hay manera de hacer que vuelva a ocurrir.
Si te obstinas en rechazar el presente con todos los inconvenientes que pueda tener, te privas de aprovechar las cosas buenas que contenga. Nada es completamente bueno o malo del todo, y siempre se puede encontrar algo bueno de que disfrutar. La energía empleada en defender el pasado y aborrecer el presente, la podrías emplear en buscar lo positivo que puedas encontrar en tu circunstancia actual y te evitarías una situación conflictiva que solamente puede contribuir a provocar tu infelicidad.
Pensamientos que transforman