Un británico, decepcionado de sus constantes fracasos en el amor, decidió comprarse un maniquí y hacerla su esposa.
Everard Cunion (55) es un aficionado a las mujeres de plástico, con quienes convive desde hace muchos años. No obstante, sólo una de las inmutables señoritas fue la escogida para compartir una relación formal. "Yo prefiero a mis muñecas, las mujeres hablan demasiado y no hay quien las entienda", manifestó el ahora esposo.
A la ceremonia, organizada con todos los requisitos esperados, asistieron sus más íntimos amigos y familiares, quienes conociéndolo saben que quizás esta es la mejor relación que pudo haber conseguido.
"El novio estaba feliz, pero la novia no sonrió en toda la ceremonia", bromeaba uno de los asistemtes.
Cansado de salir con chicas reales, su primera compañera de plástico fue adquirida doce años atrás por 7800 dólares. Y no es para menos, pues están fabricadas lo más próximo para aparentar ser de carne y hueso.