Una vez vi
un amanecer sobre el horizonte del mar.
Otra vez
sobre el cristal de las aguas de los arrozales.
En mi retina quedó grabada
aquella salida del sol
en el río de mi infancia.
Los rayos del alba vibraban
en los remolinos
que bailaban entre las rocas.
Aquel otro
en que los chupones de hielo
que lloraban en las orillas de los tejados,
brillaban como si estuviesen rellenos de plata.
El día que te vi a ti,
los destellos de la luz de tu interior
amanecieron en mí,
haciendo brillar las alas
de miles de mariposas
que aleteaban en mi estómago,
cosquilleando mi ilusión.
Sin duda alguna,
el más bello de todos fue,
el último amanecer.
El amanecer… de tu amor.
D/A
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