Aqella Flor
Fermin R. Losada
La flor de una amistad leal, sincera,
prendiste en mí, con mágica ternura,
y en tus ojos reinaba tal dulzura
que en germen malograste una quimera.
Tu decisión, simpática, certera,
ya realzó a mi vista tu hermosura,
eras tú, con la flor, imagen pura
de una bella y fragante primavera.
El encanto de una hora primorosa
tiene un matiz etéreo e imborrable
que denuncia la loca fantasía.
Nuestra flor, perfumada y deliciosa,
es algo real, sublime y memorable,
que perpetúa tan hermoso día.
Con Cariño Verona
|