Cuando estas energías no fluyen libremente, el cuerpo enferma. Esta ley es
conocida como psicosomatismo, o sea, la mente y las emociones influencian en el
cuerpo (y viceversa). Para mantener nuestro cuerpo saludable, más allá de los
cuidados básicos (con alimentación, etc.), es preciso buscar una compresión
mayor y mejor de la vida, así como el auto conocimiento, evitando el sufrimiento
innecesario con los infortunios por los cuales pasamos. La mente serena regula
la respiración, los latidos cardíacos y el metabolismo del cuerpo.
¿Y quien consigue vivir con serenidad sin fe? Lo que importa, no es tanto la
religión adoptada, sino, como trabajamos nuestra espiritualidad. Investigaciones
realizadas en los EUA comprobaron que pacientes que recibieron oraciones, aun
sin saber que estaban recibiéndolas, se recuperaron más rápido de
enfermedades que aquellas que no recibieron oraciones. O sea, orar por
terceros también produce resultados. Eso hizo con que médicos de todo el
mundo comenzasen a repensar el papel de la religiosidad en la vida del paciente,
al punto de discutir sobre cómo abordar el asunto en la hora del tratamiento, sin
interferir en sus creencias.
Como vimos, la fe está modificando antiguos paradigmas en la medicina, o mejor,
¡está moviendo montañas! Nosotros tenemos potenciales que ni imaginamos.
Cabe a nosotros iniciar el proceso de auto conocimiento y crecer en sabiduría, a
fin de manifestarnos, cada vez más, nuestra “grandeza divina”.