Hoy a más de la mitad de mi vida, desperté y me di cuenta,
que a pesar de haber esperado sin saber qué esperaba,
sólo Dios supo darme la paz y la tranquilidad que tanto ansiaba,
y sobre todo mi fe que hoy es tan grande, que ya no espero,
porque sé que todo llega a su debido momento,
cuando Dios lo dispone, porque para ÉL, su tiempo no es mi tiempo.
Entonces sé que vivo hoy y disfruto hoy,
y cuando lleguen aquellas cosas que mi corazón desea,
y que sólo Dios sabe dar, entonces voy a poder verlas
y disfrutarlas sin dejarlas pasar esta vez.
Nunca es tarde para abrir nuestros ojos
y nuestros oídos a la dulce voz del Señor.