Aislado entre los vastos dominios de la soledad.

Encerrado bajo las sombras misteriosas de la noche.

Abandonado al garete del tiempo,

cual semilla en medio de una violenta tempestad.

Busco una puerta donde guarecer mi nombre

y sólo me auxilia la frialdad de la noche

y me pierdo entre las sombras,

como un árbol en medio de un desierto,

esperando caiga la lluvia de la certidumbre,

mientras el viento de la  noche no deja de silbar.

Ebrio deambulo junto al rostro del silencio,

entre paredes sin nombre,

que me atrapan cual ave sin alas

que no puede volar.

Un abismo de muerte me nombra,

en un mundo de quietud

y sigo hundido en un silencio