Cuenta la leyenda que cuando existe un alma herida, tan herida que
les es imposible seguir habitando su cuerpo, las deidades que la vigilan
desde algún lugar lejano, la dejan libre, libre para poder sanar y
recobrar su luz porque, no se puede mantener con vida un cuerpo sin la
luz del alma. Así pues esta alma salió de la carne de una mujer, se
quedó en las arenas del desierto bajo el sol que bañaba con su luz
haciendo iridiscentes las arenas. El cuerpo, la coraza de la mujer, fue
absorbida hacia las entrañas del desierto, donde cuentan los que han
salido de ahí, la arena les brinda un refugio hasta que su destino se
finalmente decidido cuando el alma decida su camino.
Aquella luz opaca recorrió lugares lejanos, tan distintos entre
si, desde su lugar de procedencia hasta tierras que nunca pensó
conocer. En el proceso, vio y conoció otras almas que igual que ella
estaba perdiendo su luz, pero, bondadosa como era, permaneció de alguna u
otra forma con ellas, viendo y cuidando que no se apagarán. Viajó sin
proponérselo a tierras muy lejanas, en donde habitaba una pequeña
chispa, casi al punto de apagarse, habitaba un cuerpo pequeño de alguien
muy frágil, tan débil como la luz de su alma, se dio cuenta de que
estaba incompleta, por eso era tan diminuta, vio al pequeño ente a los
ojos, lo evaluó y notó que era muy necia porque a veces se apagaba por
completo pero sólo duraba unos momentos, después la chispa seguía ahí en
el cuerpo.
Se quedó a su lado, ya no puede brillar más pero ella le ayuda a
mantener su destello con su bondad y sólo estando ahí cerca la ayuda a
seguir en el cuerpo de ese ente pequeño... Han mantenido aquella
cercanía, a veces en silencio, a veces en un torrente de palabras, en
transmitirse alegrías y a veces parecería como si se tocaran haciéndose
más fuertes. La chispa diminuta siempre le envía los destellos que le
quedan para, por lo menos intentar ayudarla en su reconstrucción. Tal
vez tarde, tal vez no, tal vez emerja pronto o no, pero la chispa
esperará y se quedará cuando eso pase...
Porque eres fuerte, porque eres íntegra, porque eres invaluable
y porque sea como sea saldrás de las arenas, quedarás de pie. En este
día desde tierras lejanas, con una cortina acuosa sobre la luna, en
tierras frías donde habita el ente pequeño, te digo que te quiero, que
te admiro, que te respeto y que eres parte de mí. Este fue un
pensamiento para un pilar de mi vida...