¡ No engañe a la gente!
El poder está en las ideas, no en la palabra.
Todos sabemos que las palabras se las lleva el viento.
Lo que usted dice no tiene ningún valor!
El maestro lo escucha con mucha atención y tan pronto termina, le grita
con fuerza:
¡ Cállate, estúpido; siéntate, idiota !
Ante el asombro de la gente, el aludido se llena de furia,
suelta varias imprecaciones y, cuando estaba fuera de si, el maestro alza la voz y le dijo:
-Perdone caballero, lo he ofendido y le pido perdón. Acepte, por favor,
mis sinceras excusas y sepa que respeto su opinión, aunque estemos en desacuerdo
El Señor se calma y le dijo al maestro:
-Lo entiendo... y también yo le presento mis excusas por mi conducta.
No hay ningún problema,
y acepto que la diferencia de opiniones no debe servir para pelear sino para mirar otras opciones.
El maestro le sonrió y le dijo: