Dios quiera que no caigamos en ese grave error de perder la calidez familiar,
el trato personal y el mirar a alguien a los ojos para decirle, cuánto le
amamos. Cuánto de lo que vemos, no es incluso responsablidad
nuestra. Eduquemos a los hijos en el amor y con mucho
amor, para que a la hora de estar juntos la
tecnología se haga a un lado.