
Este poema lo escribio una hermosa y valiente mujer que le dio todo al projimo,
su propia vida...
Cuando ya me haya
ido amor,
búscame en el horizonte,
búscame en el ténue ocaso
y me encontrarás con el lucero.
No te canses, no me olvides,
solo… búscame.
Piensa en aquel arroyo,
búscame en el agua fresca
siéntela cerca tuyo
y sentirás mis labios, mis besos
cuál fruta tierna y fresca.
No estés triste, no llores, solo recuérdame.
Recuérdame en la sonrisa de un niño
en la inocente brisa
que se transforma en vendabal.
Recuérdame en las flores,
en la fuente de agua viva,
en el vuelo de una ave,
en la luz de un candil encendido.
Cierra los ojos y escucha tu corazón
él, te abrirá el cofre de los recuerdos,
él, me traerá de vuelta a tí,
él, te recordará que te amé, te amo y te amaré.
Cuando me haya ido amigo,
no mueras conmigo,
vive por mi y por tí, hónrame así.
Nunca olvides que estoy contigo,
tomándote de la mano,
aunque solo la sientas como una brisa
besándote y acariciándote
aunque no lo creas.
Cuando me haya ido amigo,
buscame en cada necesitado,
alli me encontrarás.
Cuando me haya ido amigo,
buscame en la mirada sabia
de un anciano, esa será
mi mirada.
Cuando me haya ido amigo,
no desesperes, no llores,
búscame en tu corazón
y allí me encontrarás
solo para ti,
eternamente.
CLAUDIA-MIRANDA
