El secreto de la
felicidad.
Posted: 24 Jul 2013 05:07 PM PDT
Cierto mercader envió a
su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de
la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que
llegó a un hermoso castillo, en lo alto de la montaña. Allí vivía el sabio que
buscaba.
Sin embargo, en vez de
encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una
actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en
los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa
repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio
conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo
atendiera.
El sabio escuchó atentamente
el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de
explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su
palacio y volviese dos horas más tarde.
-Pero quiero pedirte un
favor- añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos
gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida que el aceite
no se derrame.
El joven comenzó a subir
y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la
cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
¿Qué tal?- preguntó el
sabio- ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que
el Maestro de los Jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos
pergaminos de mi biblioteca?
El joven avergonzado,
confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar
las gotas de aceite que el Sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y
conoce las maravillas de mi mundo -dijo el Sabio-. No puedes confiar en un
hombre si no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el
joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez
mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las
paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las
flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De
regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había
visto.
¿Pero dónde están las
dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio-.
El joven miró la cuchara
y se dio cuenta que las había derramado.
Pues éste es el único
consejo que puedo darte - le dijo el más Sabio de todos los Sabios-. El Secreto
de la Felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin
olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.
Puedes mirar todo lo del
mundo anhelar todo lo que hay en él,pero
nunca olvides lo más
importante;esas pequeñas gotas que son tu
familia, tu esposa, tus
hijos, tus amigos y sobre todo, Dios.