El portero del
prostíbulo
Posted: 24 Jul 2013 08:48 PM PDT
No había peor oficio
en el pueblo que ser portero del prostíbulo. ¿Pero qué otra cosa podría
hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a
escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio.
Un día, se hizo
cargo del prostíbulo un joven con inquietudes muy creativo y emprendedor y
decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y citó al personal
para dar las nuevas instrucciones. Al portero, le dijo: -A partir de hoy,
usted, además de estar en la puerta, va a preparar un reporte semanal donde
registrará la cantidad de personas que entran y además anotará sus
comentarios y recomendaciones sobre el servicio.
-Me encantaría
complacerlo, señor!, pero no se leer ni escribir. -¿Cómo?... ¡cuánto lo
siento, pero tendré que prescindir de sus servicios! -Pero señor, usted no me
puede despedir, ¡yo trabajé en esto toda mi vida!. -Mire, yo comprendo, pero
no puedo hacer nada por usted, le vamos a dar una indemnización hasta que
encuentre otra cosa.
Lo siento y que tenga
buena suerte. Sin mas, se dio vuelta y se fue. El portero sintió que el mundo
se le derrumbaba. ¿Qué hacer?... y recordó que en el prostíbulo, cuando se
rompía una silla o se arruinaba una mesa , el lograba hacer un arreglo
sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria
hasta conseguir un empleo, pero solo contaba con unos clavos oxidados y una
tenaza derruida. Entonces pensó que usaría parte del dinero de la
indemnización para comprar una caja de herramientas completa.
Como en el pueblo no
había ninguna ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo mas
cercano a realizar la compra. Y emprendió la marcha. A su regreso, su vecino
llamó a su puerta: -¡Hola!, ¿vengo a ver si tiene un martillo para
prestarme?. -Si, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... ¡como
me quede sin empleo!...
-Bueno, pero yo se lo
devolvería mañana bien temprano. -Esta bien. A la mañana siguiente, como
había prometido, el vecino tocó la puerta. -Mire, yo todavía necesito el
martillo. ¿Por qué no me lo vende? -No puedo, lo necesito para trabajar y
además la ferretería está a dos días de mula. -Hagamos un trato - dijo el vecino.
Yo le pagaré los días de ida y vuelta mas el precio del
martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?. Realmente, esto le
daba trabajo por cuatro días y aceptó. Volvió a montar su mula y a su
regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.
-¡Hola, vecino!.
¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?, vengo a decirle que yo
necesito unas herramientas y estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de
viaje , mas una pequeña ganancia... es que no dispongo de tiempo para el
viaje. El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una
pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.
Recordaba las palabras escuchadas: ¡¡No dispongo de cuatro días para
comprar!!
Si esto era cierto,
mucha gente podría necesitar que el viajara para traer herramientas. En el
viaje siguiente, arriesgó un poco mas de dinero trayendo mas herramientas que
las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes. La voz
empezó a correrse por el pueblo y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez
por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que
necesitaban sus clientes.
Con el tiempo alquiló
un galpón para almacenar las herramientas y algunas semanas después, adaptó
una vidriera y el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo.
Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los
fabricantes le enviaban sus pedidos, el era un buen cliente. Con el tiempo,
las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días
de marcha.
Un día, se le ocurrió
que su amigo el tornero, podría fabricarle las cabezas de los martillos. Y
luego, ¿por qué no?, las tenazas... las pinzas... los cinceles... y luego
fueron los clavos y los tornillos... En diez años, aquel hombre se transformó
en millonario con su trabajo como fabricante de herramientas. Un día decidió
donar una escuela a su pueblo. En ella, además de leer y escribir, se
enseñarían las artes y oficios mas prácticos de la época y en el acto de
inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad, lo
abrazó y le dijo: -Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda
el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de esta
nueva escuela. -El honor sería para mi - dijo el hombre. -Nada me gustaría
mas que firmar allí, pero no se leer ni escribir; soy analfabeto. -¿Usted? -
dijo el Alcalde que no alcanzaba a creer. -¿Usted construyó un imperio
industrial sin saber leer ni escribir? ¡¡Estoy asombrado!!... me pregunto,
¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir? -Yo se lo puedo
contestar - respondió el hombre con calma. Si yo hubiera sabido leer y
escribir... sería el portero del prostíbulo...
MORALEJA: Generalmente
los cambios son vistos como adversidades. Las adversidades encierran
bendiciones. Las crisis están llenas de oportunidades. Cambiar puede ser tu
mejor opción, solo agrégale la frase celebre: "UNA PATADA EN EL TRASERO
SIEMPRE IMPLICA UN PASO HACIA DELANTE".
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