Por la noche,
la que se había ido a dormir fuera se dio cuenta de que no tenía pijama
y volvió al piso a recogerlo.
Fue a su habitación y no encendió la luz para no “despertar” a su compañera.
Cogió el pijama que estaba en el armario y se fue de nuevo.
A la mañana siguiente,
cuando volvió,
se dio cuenta de que la policía estaba en el piso
y que los vecinos llenaban el pasillo.
Se asustó mucho porque no sabía qué había pasado.
Se dirigió a su habitación y vio que un “cuerpo”
se encontraba en el suelo tapa-do con una sábana.
¡Era un cadáver! ¡Su amiga había muerto! ¿Cómo?
Se puso muy nerviosa, un montón
de preguntas se atropellaban en su mente y no encontraba ninguna respuesta.
La noche antes
un ladrón había entrado en el piso
y, estando la chica sola,
la mató después de robarle el dinero que tenía.
Cuando la chica protagonista fue al piso a recoger el pijama,
el ladrón se encontraba en su habitación
y ya había asesinado a su compañera.
Dicho hombre dejó escrito en el espejo de la habitación,
con pintalabios rojo:
“SUERTE QUE NO ENCENDISTE LA LUZ”.
De La Red