Testimonio
de amor y fe.
Posted: 10 Sep 2013 04:57 PM PDT
La congregación terminó
de cantar unos himnos.
Luego el predicador pasó
al frente y presentó a un amigo de su infancia que pasaría a compartir
unas palabras esa noche. tras la presentación, un hombre anciano pasó
al púlpito y comenzó a hablar:
“Un padre con su hijo, y
un amigo de su hijo, navegaban en una pequeña barca cerca de las
costas del Océano Pacífico. De repente, se levantó una fuerte
tormenta y no tuvieron tiempo para regresar a
tierra. Tan fuerte era
el oleaje que el padre no pudo mantener la embarcación a flote a pesar de
su experiencia. La pequeña embarcación se volcó, arrojando a los tres
al mar embravecido”.
El anciano hizo una
pausa y en ese instante miró a los ojos a dos jóvenes de la congregación.
Hasta el momento, los dos jóvenes no había mostrado ningún interés en
la predicación, pero ahora empezaron a prestar atención y mostrar cierto
interés en la historia que el anciano esta contando.
“El padre agarró una
cuerda salvavidas que estaba atada al barco volcado. Pero, entonces se
enfrentó con la decisión más difícil que jamás había enfrentado. ¿A
cuál de los dos muchachos debiera tirar la cuerda? No había tiempo para
contemplar la decisión que tendría que tomar.
“El padre sabía que su
hijo era creyente, que le había entregado su vida a Dios y que estaba en
paz con Él. Sabía que el amigo de su hijo, en cambio, no estaba bien
con Dios. Él no estaba preparado para morir. El padre luchó por un
instante en agonía por la decisión que tenía que tomar. Esa lucha que
se desató en su interior era aún más feroz que la fuerza de las
aguas”.
“El padre lanzó un
grito: Hijo, te amo mucho, y en seguida le arrojó la cuerda al amigo de su
hijo. El muchacho agarró la cuerda y el padre lo haló hasta la embarcación
volcada, y lo salvó de las aguas
embravecidas del mar. Ya
para ese entonces, sin embargo, su propio hijo había desaparecido en
las aguas del mar. Nunca recuperaron el cuerpo.”
Los dos jóvenes ahora
presentaban toda su atención a lo que el anciano decía.
“El padre sabía que su
hijo, pasaría a la presencia de Dios, para toda la eternidad. A la vez, no
soportaba la idea de que el otro joven muriera sin Jesús. Por eso ese
padre sacrificó a su propio hijo para salvarle la vida al otro muchacho.
¡Cuán grande es el amor de
Dios, puesto que él ha
hecho lo mismo para nosotros!
Con estas palabras, el
anciano terminó su discurso y se sentó.
El silencio reinaba en
toda la sala. Después de la predicación, los dos jóvenes se acercaron
al anciano.
La historia que contó
fue muy bonita le dijo uno de ellos respetuosamente.
Pero no es realista
pensar que un padre podría sacrificar a su propio hijo con la esperanza
de que otro joven terminara siendo cristiano.
Usted tiene mucha razón,
amigo respondió el anciano un tanto pensativo mientras fijaba la
vista en su Biblia desgastada. Luego, miró de nuevo el rostro de los
jóvenes mientras una gran sonrisa se
dibujaba en su rostro.
Usted tiene toda la razón. En realidad, de parte de un papá no sería
realista hacer eso, ¿verdad que no? Pero, yo estoy aquí
para decirles que esa historia me ayuda a a comprender un poquito lo
difícil que ha de haber sido para Dios
entregar a su propio
Hijo por mí.
Déjenme decirles que yo
era el amigo del hijo.