La
silla
Posted: 03 Sep 2013 05:44 PM PDT
La hija de un hombre
le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre
que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del
enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de
almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote asumió
que el hombre sabía que vendría a verlo.
- "Supongo que me
estaba esperando", le dijo.
- "No, ¿quién es
usted?", dijo el hombre.
- "Soy el
sacerdote que su hija llamó para que orase con usted. Cuando vi la silla
vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo iba a venir a
verlo".
- "Oh sí, la
silla", dijo el hombre enfermo. "¿Le importa cerrar la
puerta?".
El sacerdote,
sorprendido, la cerró. "Nunca le he dicho esto a nadie, pero... toda mi
vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia he
escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los
beneficios que trae, etc., pero siempre esto de las oraciones me entró por un
oído y salió por el otro, pues no tengo idea de cómo hacerlo. Por ello hace
mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mí hasta
hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo:
"José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con
Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas... Te sientas en una silla y
colocas otra silla vacía enfrente tuyo ,luego con fe mira a Jesús sentado
delante tuyo. No es algo alocado el hacerlo, pues Él nos dijo 'Yo estaré
siempre con ustedes'. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma
manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo".
José continuó
hablando: "Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido
haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado
que no me vaya a ver mi hija, pues me internaría de inmediato en la casa de
los locos".
El sacerdote sintió
una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que
había estado haciendo y que no cesara de hacerlo, luego hizo una oración con
él, le extendió una bendición, los santos óleos y se fue a su parroquia.
Dos días después, la
hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El
sacerdote le preguntó: "¿Falleció en paz?". "Sí",
respondió la hija. "Cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde
me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo lo mucho que me quería y me dio un
beso. Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde ya lo encontré
muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente
justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y
recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Qué cree usted que pueda
significar esto?".
El sacerdote se secó
las lágrimas de emoción y le respondió: "Ojalá que todos nos pudiésemos
ir de esa manera".
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