Decidir
y ser constantes
Posted: 30 Aug 2013 01:05 PM PDT

En la pequeña escuelita
rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía
asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el
fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana, llegaron y
encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más
muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de
su cuerpo y lo llevaron urgente al hospital del condado.
En su cama, el niño horriblemente
quemado y semi inconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía
que seguramente su hijo moriría que era lo mejor que podía pasar, en realidad
-, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo.
Pero el valiente niño no
quería morir. Decidió que sobreviviría.
De alguna manera, para
gran sorpresa del médico, sobrevivió.
Una vez superado el
peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado
que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su
cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya
que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la posibilidad de usar
sus piernas.
Una vez más el valiente
niño tomó una decisión. No sería un inválido.
Caminaría. Pero
desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus
delgadas piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de
alta.
Todos los días, su madre
le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada.
No obstante, su
determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Cuando no estaba en la
cama, estaba confinado una silla de ruedas.
Una mañana soleada, la
madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco.
Ese día en lugar de
quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando
las piernas.
Llegó hasta el cerco de
postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al
cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a
caminar.
Empezó a hacer lo mismo
todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería
más que darle vida a esas dos piernas.
Por fin, gracias a las
oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea
y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad,
primero de pararse,
luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.
Empezó a ir caminando al
colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la
universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después, en el
Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, que
nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven
determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense que ¡corrió
el kilómetro más veloz el mundo!
Ten el valor y la fuerza
para tomar tus decisiones y ser constante a la hora de darles forma.
