Cuando se tiene fe y se lucha por vivir conforme a la fe, nada de cuanto acontece carece de sentido.
Cuando la fe es la luz en el camino de la vida, el mismo sufrimiento, aunque sea el pan de cada día,
tiene sentido, y los buenos cristianos saben que el aguijón del dolor hace al hombre verdaderamente
hombre. Los días difíciles de lucha, de prueba, la desilusión y el sufrimiento, fortalecen la voluntad
y afirman y elevan el espíritu.
Sólo serán grandes quienes hayan pasado por la prueba del sufrimiento.
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