La enfermedad del
miedo
Al miedo hay que
asustarlo.
El conocimiento, el
saber, la razón y la lógica, pueden aminorar algunos miedos y eliminar otros de
manera radical, sin embargo, no proporcionan necesariamente
coraje.
La valentía es una
actitud, como decía Descartes, que tiene bastante de
Pasional.
No podemos vivir
sin arrojo, lo necesitamos para amar, para llorar, para gritar, para
defendernos, para renunciar, para combatir, para decir no, para ser felices, y
para mil cosas más.
El coraje es el
motor de la existencia digna.
Ser valiente no es
ser suicida, sino mezclar pasión y razón para sostener se un minuto más que los
demás en la situación temida.
Aguanta un segundo
más y será condecorado.
El héroe no
desconoce la adrenalina, la vive intensamente, la soporta hasta alcanzar su
meta, la padece de manera consciente.
No hay heroísmo sin
tozudez y no hay valentía sin esfuerzo.
La persona que
ejercita el coraje como virtud, jamás olvida la excepción de la regla, es un
experto en discriminar cuando se justifica y cuando no, reconoce que para
exponer las armas también se necesita coraje.
En la Ética,
Espinosa, dice: "En un hombre libre, pues, una huída a tiempo revela igual
firmeza que la lucha; o sea, que el hombre libre elige la huída con la misma
firmeza o presencia de ánimo que el combate".
Yo agregaría que,
además de la grandeza moral, se requiere de inteligencia práctica: capacidad de
pensar y evaluar las consecuencias.
Para que el coraje
sea virtuoso, además de un corazón enardecido, se necesita un cerebro bien
puesto.
Prudencia no es
cobardía.
En psicología
clínica, la regla principal para vencer el miedo sin fundamento (es decir, el
que no se desprende de la realidad objetiva), es enfrentarlo, exponerse a él y
agotarlo, extinguirlo.
Obviamente, muchos
de estos actos de valentía deben ceñirse a ciertos procedimientos técnicos, ya
que si la exposición en vivo está mal planteada, el paciente puede
sensibilizarse en vez de desensibilizarse.
Pero en términos
generales, nadie duda que la audacia y el experimentalismo responsable, como
forma de vida, disminuyan las probabilidades de adquirir enfermedades
Psicológicas relacionadas con la ansiedad.
Las personas a
quienes les gusta explorar, innovar y abrir nuevas puertas, husmear en lo
desconocido, crean mayor inmunidad al miedo que aquellas que viven restringidas,
limitadas y agarradas a sus fuentes de seguridad.
El principio de la
exposición activa propone un estilo orientado a asumir los riesgos necesarios
para vencer el miedo Psicológico y ponerle el pecho al
desaliento.
Es imposible
superar el temor irracional, cualquiera sea, mirándolo a la distancia, negándolo
o escapando.
Si el miedo es
absurdo, hay que aventurarse y meterse en el ojo del huracán, ya sea con ayuda
profesional, con medicamentos o acompañado, como sea, hay que luchar contra el
miedo patológico, o si quiere, hay que "sufrirlo" un rato, empezar a faltarle al
respeto, molestarlo y hasta tomarle el pelo.
Hay que retarlo,
llamarlo, invitarlo a entrar y jugar de local: Hay que asustar al miedo para
perder el miedo.
Tanto regaño no es
bueno, por eso hagamos un alto en el camino para sonreír.