El fruto vive, se alimenta, crece en nuestro interior. Inútil es buscar afuera. La felicidad de los pequeños grandes momentos, la sabiduría adquirida a través de la extraordinaria experiencia que es vivir, los valores propios y heredados, la fé, las buenas acciones, los buenos sentimientos, el amor, el coraje, la fortaleza...todo lo llevamos adentro. Y ese creo que es el mayor legado que podemos dejar en nuestro breve paso por la vida. Que las huellas impresas a lo largo de nuestro andar sigan dando frutos en otras huellas.
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