El árbol anciano me
enseñó que todos somos lo mismo.
La montaña es mi punto de
referencia: ser invulnerable, que cada uno diga lo que quiera, yo sigo caminando
indetenible. Soy guerrero: mi espada es el
amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la
libertad.
Si mi felicidad resulta
insoportable, discúlpenme, no hice de la cordura mi opción. Prefiero la
imaginación a lo indio, es decir inocencia incluida. Quizás solamente teníamos que ser
humanos.
El que tú no veas los átomos, no
significa que no existan.
Por eso es muy importante que sea
el Amor lo único que inspire tus actos.
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