Revolotea en mi pensamiento constante y atrevida tu imagen... ¡No puedo dejar de pensarte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
Mi deseo, cautivo en tu piel como el torrente en su cauce... ¡No puedo dejar de desearte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
De un segundo o una existencia, tu ausencia, siempre intolerable... ¡No puedo dejar de extrañarte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
Mi pecho no admite otro aire que el aire que tú purificaste... ¡No puedo dejar de respirarte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
El sol siembra en tu rostro visos de un celeste paisaje... ¡No puedo dejar de mirarte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
Deidad única de mi devoción, de mi ilusión, soñado baluarte... ¡No puedo dejar de adorarte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
Dueña eterna de mi corazón, esta conclusión es inevitable... ¡No puedo dejar de amarte! Ni un instante... ¡Ya lo sé!
(Fabián Ruiz)
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