Los nombres olvidados
Vivo sin mí, inmóvil, ausente de mi cárcel de palabras, sin la forma precisa para el canto en este día sin tregua y sin resquicios; cuando celoso de sí mismo el aire no se desata en viento, cuando nada me entrega su sentido y no encuentran camino hacia mis ojos ni el cielo ni los nombres de la tierra, porque yacen serenos y completos y en su ser se alimentan y se engendran.
Cumplen en sí la estatua de su vida tanto el ser mineral como la espuma, pues mis nombres tal vez están cansados y en el árbol no pinten ningún verde ni en el azul la sombra que enamora y no sepan oír, en el silencio, lo que la tarde les dice a los jardines.
Cifrados cantos, oscuros se celebran al aire prodigioso de la noche o en la obstinada luz que a mí se niega.
Atiendo, espero, oigo el rumor adverso de mi sangre y los días que son gestos de días y las horas iguales a las horas y todo tan en sí, sellado, inmóvil...
Blanca Luz Pulido
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