¿QUIÉN OYE?
De noche, bajo el cielo desolado, pienso en tu amor y pienso en tu abandono, y miro, en mi interior, deshecho el trono que te alcé como a un ídolo sagrado.
Al ver mi porvenir despedazado por tu infidelidad, crece mi encono; mas, como sé que sufres, te perdono. ¡Oh!... ¡Tú, jamás me hubieras perdonado!
Mis lágrimas, en trémulo derroche, ruedan al fin.. y al punto, en inaudito arranque, a Dios elevo mi reproche.
Pero se pierde, entre el negror mi grito y sólo escucho, en medio de la noche, del silencio el monólogo infinito.
D/a
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