Esta agua medrosa y triste, como un niño que padece, antes de tocar la tierra desfallece.
Quieto el árbol, quieto el viento, ¡y en el silencio estupendo, este fino llanto amargo cayendo!
El cielo es como un inmenso corazón que se abre, amargo. No llueve: es un sangrar lento y largo.
Dentro del hogar, los hombres no sienten esta amargura, este envío de agua triste de la altura.
Este largo y fatigante descender de aguas vencidas, hacia la Tierra yacente y transida.
Llueve... y como un chacal trágico la noche acecha en la sierra. ¿Qué va a surgir, en la sombra, de la Tierra?
¿Dormiréis, mientras afuera cae, sufriendo, esta agua inerte, esta agua letal, hermana de la Muerte?
Gabriela Mistral
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