¿Tiempo perdido? es aquel en el cual no nos entusiasma ya nada,
ni disfrutamos tampoco de nada, ni amamos a nadie.
¿Tiempo perdido? Aquel en el cual cruzamos por un lugar o un momento,
sin tener plenamente conciencia de ello por estar siempre añorando
al otro tiempo:
al ya muerto, o preocupándonos por aquel que aún no ha nacido.
¿Tiempo perdido? Aquel en el cual no se aprende ya nada, ni damos nada,
ni esperamos nada de nadie; aquel que construimos con mil esperanzas
amortajadas o tan sólo un intento fallido.
¿Tiempo perdido? Aquel en el cual nos culpamos de todo, odiamos a
todos y sufrimos de todo, permitiendo que un estúpido miedo
o un abrupto enojo nos convierta en un individuo vencido.
¿Tiempo perdido? Aquel que, de repente y sin darnos cuenta,
ya se ha ido por guardar avariciosamente una espontánea sonrisa,
un dulce “te quiero” , un esperado perdón o un olvido.
¿Tiempo perdido? Aquel en el cual nunca nos atrevimos a hacer
ya nada por el miedo a perderlo todo o para evitar esa burla
de pretender cambiar lo que es inmutable o prohibido.
¿Tiempo perdido? Aquel en el cual decidimos guardar tras
un viejo armario
el respeto a los demás o a nosotros mismos y en el que,
además, cínicamente gritamos: “¡que bien a mí me ha ido!”
¿Tiempo perdido? Aquel que, tú y yo,
permitamos que siga fluyendo sin mayor conciencia, amor o esfuerzo,
evitando de esa forma que nuestro ser pueda al 100% vivirlo.
Autor: Eduardo Orellana
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