Pero esa mañana no fue como todas las demás. Porque esa mañana vio allí a la MUERTE,
y porque ésta le hizo un gesto, aterrado volvió corriendo a la casa del mercader
- Amo, - le dijo apresurado, préstame el caballo más veloz de la casa, que esta noche quiero estar
muy lejos de Bagdad. Esta noche debo estar en la remota ciudad de Isphajan.
- Pero por qué quieres quieres huir ? - interrogó el mercader.
- Porque está mañana he visto a la muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader, compadeciendose del infortunado, le cedió el caballo, y el criado presto raudo partió,
con la esperanza de estar por la noche en Isphajan.
Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y tal como le había sucedido al criado,
él también vio allí a la muerte.
- Muerte, - le dijo acercándose a ella, - por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
«- ¿Un gesto de amenaza?, - no, contestó la muerte, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro.
Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Isphajan, porque es ahí, donde está noche debo llevarme a tu criado,o en Isphajan»
Y así podemos ver, que cuando la hora llega, llega,... no hay escapatoria y muchas veces,
- como en el relato, prestos y haciendo nuestro mejor esfuerzo, acudimos a nuestro encuentro con lo inevitable.
Cuántas veces y cuántos de nosotros simplemente porque alguien nos hizo un gesto, decidimos nunca más volver a
hablarle a alguien, o tomamos en base a esa apreciación subjetiva, decisiones erróneas que nos conducirán a un
oscuro abismo de desolación y miseria?
Y cuántos de nosotros simplemente damos por hecho lo que al parecer parece, cuando en realidad, no lo es y
solo está únicamente en nuestra imaginación?
Recuerden siempre, que la primera impresión, no siempre es la correcta ni la más apropiada,
calmémonos y tomemos un tiempo prudencial de análisis y reflexión para decidir sobre los asuntos más importantes de nuestras vidas.
«En el camino me encontré una estropeada y marchita flor expuesta al calor del sol, pude dejarla morir,
fue mi primera impresión, pero la recogí y la llevé a mi casa, y al ponerla en un florero, sus pétalos abrió, y hasta me sonrió.
Entonces comprendí que esa flor marchita eras tú mi amor, te estabas muriendo, estabas agonizando,
y mi cariño y mis cuidados te volvieron a la vida, mi corazón se alegró, mi vida se iluminó.
Desde ese entonces hemos estado juntos tú y yo»
Puedes seguir la intuición de tu corazón, a veces es lo mejor aunque te ocasione pesar y dolor.
«Las cosas no siempre son lo que parecen, todo depende con el cristal con que se mira»
Dios me los bendiga a todos en este nuevo año, es el sincero deseo de d su amigo de siempre.
George Rivas Urquiza
