SOMBRAS Y VIDA
Y aún... después de discernir por un momento con mis vicisitudes,
decidí dejarlas a un lado y posponer mis lineamientos que ya estaban tan cansados y gastados como
mis palabras, que apenas resbalaban de mis labios y
se estrellaban sobre los recuerdos de mis historias.
Dejé de mirar mi reflejo y opté por arrancar un pedazo
de palabras, aunque fuesen un montón de migajas desatadas al viento sin rumbo ni función alguna.
Tuve un solo instante en pensar... sí... creo que fue pensar, o mejor dicho, creo que en vez de pensar... reflexionar; sí... tuve un solo instante para reflexionar
sobre mis actitudes, sobre mis supuestos éxitos y mis supuestos
fracasos, sobre mis logros y mis más oscuras pérdidas.
Tuve un momento de lucidez como Don Quijote,
donde todo encajó tan armoniosa y delicadamente,
que parecía una verdadera mentira que todo fuese tan fácil y tan simple.
Capté todas las sensaciones de haber permanecido en la vida
como un espectador, y no como un jugador; cuando tragué un poco de saliva,
pude saborear el instante amargo que deja ése momento donde las decisiones que mueren por miedo,
son las desgracias de un futuro que nace incompleto cada día para morir sin llegar ser una vida.
Cerré mis ojos y permanecí un momento más en mis sueños...
y fui aquel almirante de mi navío de ensueños,
donde los océanos bañaban mis ojos y mis brazos con calidez,
y en cada parpadeo me acercaba un poco más a mi Dios;
y fui nuevamente ése niño que jamás corría tras el dinero
y las cosas que formaban parte de una vida cada vez más ajena a la vida misma,
y soné nuevamente con ser el mejor descubridor de estrellas
en las noches espejadas, y el peor durmiente en las noches anteriores a las fiestas
navideñas... solamente me dejé llevar; y...
y me despojé de todo lo que había ganado y de todo aquello que había perdido.
Mis cicatrices de amor se disolvieron en el viento,
y las caricias de aquellos que me amaron fueron más dulces que nunca.
De repente lo poco fue maravilloso, y lo mucho brillaba por su
ausencia porque no era necesario; las palabras hermosas se transformaron en mi único sostén y
las palabras injuriosas se acallaron para siempre ahogándose en su propio veneno.
Todo fue inmenso y pequeño a la vez, todo fue claro
y tenebroso como el más espantoso de los abismos;
pero al final... al final esa luz que era tan inmensa y tan espaciosa,
me hizo saber que nuevos brazos irían a cobijarme y lloré.
Abrí mis ojos con temor y mi mente se libró de toda angustia y todo
recuerdo, mi corazón se volvió traicionero de mi potestad
y mi historia se desdibujó en un silencioso soplido
de hechos sin testigos; pero en realidad... en realidad ya no interesaba, solamente me dejé llevar
nuevamente a ése lugar, donde mis ansias se unirían nuevamente a mi Dios para darme esa nueva razón
que me dirían que mis sueños nunca morirían, porque ése... ése fue mi momento.
Grité cuanto pude, con toda mi voz.
Traté de asir primeramente la nada, y mi terror solamente fue superado por mis llantos...
Y esos brazos, y esos labios que me protegieron...
Sombras y vida; dolor y pasión...
Sí ése fue mi momento; sabía que lo era; y creo que fue así... como nací, una vez más.