Tiemblan los ojos a la salida del túnel.
Tiemblan las piernas en el perderse
por las calles desnudas.
Tiemblan las manos en la magia
fascinante del acariciarse a oscuras.
Tiemblan los lujos a las nueve de la noche
en hoteles baratos, del placer por el placer de las pieles.
Tiembla el devenir de los mortales
entre las mieles del deshielo.
Tiemblan los ojos al estremecerse en tus ojos.