La expresión de un abrazo deforma el dolor de una pérdida, de una enfermedad, de la soledad, de la compañía que no acompaña, del viaje inesperado y que presume tiempo y distancia, del despido inesperado, de la enfermedad anunciada y de la depresión como instrumento de negación hacia un hecho en particular. Regala un abrazo hoy a un ser querido, a un ser no tan conocido, a un indigente, a un enfermo, al dolor detectado en los demás, a la sinceridad o al hipócrita por su inmadurez, su falta de valor para vivir en la realización.
Al niño de quien nutrimos nuestros corazónes. Por experiencia propia sé que la abundancia de bendiciones proviene del más digno representante de Dios: los niños. Amarlos es amar la obra de Dios en total armonía con sus decretos; es la esencia de una entrega de amor en el consuelo... en el silencio de un llanto... en la manifestación de una injusticia. ¿Y entonces?
"En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente".
Khalil Gibrán