Con esperanza
Intentar hacer algo o alcanzar un objetivo sin echarle
ganas es una manera de condenar nuestro proyecto
al fracaso. Todos tenemos deseos, metas, ilusiones,
sueños, planes que queremos cristalizar.
Solemos poner obstáculos prácticamente infranqueables
en el momento mismo de idear algo que nos gustaría
alcanzar, por más motivación que tengamos, a punto tal de ser nosotros mismos
quienes no permitimos que eso que tanto deseamos
se transforme en realidad.
Si tan solo tuviéramos una pizca de esperanza,
concretaríamos muchas más cosas de las
que imaginamos.
Si sueles toparte con pensamientos como por ejemplo: Me gustaría tener pareja pero ya estoy grande
(o soy petiso,
alta, no tengo dinero, etc.) No hay trabajo (si no hay, ¿qué vas a conseguir?) Para mudarme, no voy a encontrar el departamento de mis sueños ni
en la zona que me gustaría vivir Quisiera cambiar de trabajo pero si nunca tuve uno bien pago hasta ahora,
tampoco lo conseguiré con la crisis Traté de dejar de fumar (o de hacer dieta) muchas veces, lo intentaré de
nuevo pero no creo que resulte Aunque te esfuerces en enseñarme, hablar inglés (o manejar, o...)
no es para mí ¿Te das cuenta de que incluso
antes de dedicar energía a ese proyecto, estás boicoteándolo
y echándolo a perder?
Lo importante al decidir hacer algo para alcanzar
un sueño o un objetivo, es tener esperanzas.
"Saber que se puede, creer que se puede",
dice Diego Torres en una de sus canciones.
Con la esperanza se nos presenta como posible lo
que anhelamos, y es un gran paso
en firme que nos transportará a la concreción que deseamos. No te pido que albergues falsas expectativas,
ni que reboses de un optimismo desmedido si no
te viene en gana. Sí que dejes abierta una puerta
llamada esperanza, para comenzar a
vislumbrar la posibilidad de que tu deseo
esta vez sí se transforme en realidad.
Merlina Meiler
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