Aunque el humor de Borges nos alentara a la esperanza de la eternidad, diciendo que la muerte segura era un mero dato estadístico basado en la simple circunstancia de que, hasta el momento, todos habían muerto, lo cierto es que ninguno de nosotros cree que vivirá mil años.
Desechado el tiempo que nos tomaría entender el mundo, sólo cabe tratar de conocerlo en el período que nos. Y para eso habrá que sumar experiencias ajenas y componer un cuadro, más o menos real, lo que queremos comprender, tal como si nos tomáramos milenios en la tarea.
Leer a los que han dejado su huella, a quienes expresan sus conflictos y aventuras, a quienes alcanzaron un conocimiento que desean transmitir, a quienes en la belleza de la palabra pudieron hablar del amor sin explicarlo, a quienes creyeron tocar lo trascendente y lo volcaron en palabras es la única manera de engañar al tiempo.
El más flojo de los libros, el más disparatado, es siempre único. Es la expresión de alguien que sintió la necesidad de relatarle a otro su versión de lo vivido. Cada escritor muere un poco en cada lector. Le está transfiriendo algo de su vida para que la resignifique con su aporte.
Ricardo Piglia sostiene con claridad que la lectura es el arte de constru løD¤tir una memoria personal a partir de experiencias y recuerdos ajenos. Quien permanece ensimismado en su propia experiencia empequeñece su frontera sensorial, ahoga la capacidad de razonar y desaprovecha la única oportunidad que la vida da para conocernos a nosotros mismos.
Umberto Eco dice, en el mismo sentido: “Estoy muy agradecido a todos aquellos que, escribiendo para mí, me han concedido una vida tan larga que no puedo recordarla toda de golpe y debo recordarla en cuotas. Por esto, espero vivir mucho para poder recordar todo lo que me han contado. No, no es por el éxito por lo que hace falta leer. Es para vivir más”.
Con el gobernador Daniel Scioli hemos lanzado el programa La provincia en estado público de lectura , que pretende afianzar el hábito de leer. Lo hicimos entendiendo que leer es compartir, crecer, entender, pensar, imaginar, como subraya la campaña de difusión que Mafalda encabeza, por generosidad de Quino.
Hay que entender que el desafío del hombre actual es procurar el acceso a la sociedad del conocimiento a todos sus miembros. Las políticas públicas deben ir orientadas en ese sentido. Si el Estado lograra facilitar el acceso de todos a la lectura, estaríamos construyendo una sociedad más igualitaria, en la que los esclavos modernos, los pobres, tendrían acceso a la más eficaz herramienta de movilidad social: el saber.
Leer es como viajar para los que no pueden sacar el pasaje. Disfrutemos del mundo y de una larga vida. Nos basta con alcanzar un libro del estante.
El autor es presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires.