Ahorradme las palabras, habría dicho. ¿Puede el fuego guardarse en una arqueta? Despojad de artificio este milagro de Hombre en despedida.
Y quedaron sus manos en un gesto de cascadas y mar en precipicio, un cosmos encerrado en una hogaza que se parte en silencio.
Dos manos que aún estaban casi intactas.
Pedro Miguel Lamet, SJ
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