Los ritos más curiosos de Semana Santa
Jarrones que vuelan por las ventanas, cacerías de Judas o chicos que se disfrazan de brujas son algunas de las variadas y dispares costumbres que vuelven a cobrar vida por esta época
Taxco, México
En el estado de Guerrero, unos 100 km al sudoeste del D.F., esta ciudad minera se hizo famosa por su extraordinaria orfebrería de plata. En Semana Santa, sin embargo, toda la atención se la lleva una de las procesiones más dramáticas de la región, cuando cientos de penitentes -hombres y mujeres- recorren las calles encapuchados, descalzos o arrastrando cadenas que llevan sujetas a sus tobillos. Algunos de ellos, los encruzados, cargan pesadísimos rollos de espinas en sus hombros, mientras los llamados flagelantes se azotan la espalda con látigos rematados con clavos, hasta dejarla en carne viva. Ni un gemido, ni una queja. Al término de la procesión, los flagelantes tienen dos enormes llagas sangrantes en las espaldas, una postal más propia de The Walking Dead que de la pasión de Cristo.
El Salvador
En el Salvador, más exactamente en pueblos como Texistepeque y Chalchuapa, el Lunes Santo es el día de los talcigüines, una curiosa tradición que refleja el mestizaje entre indígenas y españoles, con elementos propios de cada cultura. Se trata de una representación teatral en la que los diablos o talcigüines -una veintena de encapuchados vestidos de rojo- toman las calles y se lanzan a azotar con látigos verdaderos a cualquiera que se cruce en su camino. Se dice que, por cada latigazo que se recibe, un pecado menos, por lo que son muchos los que se dejan azotar para no arder en las llamas del infierno. Al final, los endemoniados terminan postrándose ante la presencia de Jesús, quien pasa de cuclillas por encima de ellos. Final feliz.

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