Así te amo mi corazón bello,
con manifiesta ternura,
y con enajenada locura,
solamente a ti
mi divina criatura.
Así te amo yo,
mi dulce «Niña»,
como la suave brisa
que tu piel de seda acaricia.
Como la mariposa a la flama,
como el colibrí al néctar de la flor.
Así te amo yo, con recelo
y con misterio, con pasión y dulzura.
Con arrobamiento y encantamiento,
en cada instante, en todo momento.
Como el haz de luz
que alimenta tus locos devaneos
y enciende tus esperanzas
reprimidas.
Así te amo yo,
como una fresca mañana de verano,
que ilumina tus días,
encandilando tu vida y también la mía,
entre sábanas de seda,
nubes de algodón,
caricias mustias,
y marcadas alegrías
al hurgar el paraíso de tus encantos.
Así te amo yo,...
con mi corazón ufano,
y mi amor insano en tus manos,
y con las quimeras de tus pasiones
encendidas royéndome el alma
en mis adentros,
amándote como te amo,
y sintiendo lo que por ti siento,
por fuera y también por dentro.
Así te amo yo,
como la tenue luz, que aviva el fulgor
de tus auroras.
Como el fuego lúdico infinito
de tu amor y el mío
encendiéndolo todo,
rompiendo ataduras
y saltando barreras
del más increíble
y enigmático mito.
Así te quiero yo,
a ultranza y con esperanzas,
como sólo aman los poetas:
con besos de fuego,
con besos furtivos,
besos robados,
besos prohibidos,
besos vedados,
de mi boca loca,
para tu ardiente boca.
Así te amo yo,
porque eres mi
rescoldo de placer,
resquicio del crisol,
donde se fusionan
nuestras almas gemelas.
Y así,...
mientras la vida gira y gira
como un girasol,
alimenta nuestra unión,
fortalece nuestro amor.
Por eso,...
cada nuevo día, asumo el reto
de volverte a enamorar,
buscando tu amor en la tibieza
y candor de tu alma,
sin nunca perder la calma,
y sin desesperar
en ningún momento, tampoco en el intento
fallar ni desmayar.
Así te amo cada día,
enviándote mil flores,
y mil rosas rosas,
pero ninguna como tú
tan bella ni tan hermosa.
Te amo,...
en mis versos inéditos
y en ellos esculpidos,
todo el amor y toda la ternura
de mi alma de ti enamorada.
Mis sonetos, y mis elegías,
cual sofisticados
y vistosos amuletos,
son sólo para ti.
En la quietud de este idílico
romance, los concebí por ti
y solamente para ti.
Mis inspiraciones,
mis delirios
y mis locuras,
mal o bien,
también son y serán
tan solo para ti,
mi bella rosa de abril,
mi reluciente
sol de media noche,
mi ángel del amanecer,
así,... dímelo tú,
cómo no te he de querer?
Autor: George Rivas Urquiza
País, Perú - Lima
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