EL ARTESANO
Un joven artesano constantemente se quejaba que sus obras no se vendían.
Todos los días vociferaba: "Dios por favor conduélete de mí y envíame
muchas personas que compren mis obras". Pasaban las horas y no llegaba nadie,
con lo cual se enojaba aún más, y envuelto en su ira decía: Pero bueno Dios
¿qué te he hecho yo para que te olvides de mí?;
¡que mala suerte tengo!;
¡yo no sé para qu...e me hiciste pobre!.
Al cabo de cierto tiempo, y en vista de que ningún cliente se acercaba
a su negocio, el artesano le dijo a Dios: "Te propongo un trato.
Pídeme lo que quieras y yo te lo daré a cambio de que incrementes mis ventas.
Nada me haría más feliz que eso".
Una mañana Dios le contesta: "Hijo mío he escuchado sus quejas y para que veas
que no me he olvidado de ti, acepto el trato que me propusiste.
A cambio de muchas ventas de tus obras quisiera que me dieras algo
que a mi juicio es de gran valía, pero para ti no significaría mucho".
"Sí Dios, pídeme lo que quieras, te lo daré" -replicó el artesano.
Dios le responde: "Quiero tus manos", a lo que inmediatamente
responde el artesano: "¡Imposible!, ¿cómo trabajaré después?".
"Bueno -dice Dios- quiero tus ojos". "¡No! -esgrime el artesano-
¿cómo elaboraré mis obras?".
Entonces Dios -piensa detenidamente y- le comunica al artesano:
"¡Dame tu mente!". A lo que el artesano responde: "Eso tampoco puede ser.
Mi mente, mis manos y mis ojos son lo único que tengo para ganarme la vida".
Al terminar de decir esto el artesano, Dios con mucha sapiencia le plantea:
"¡Hijo mío! ¿por qué te quejas tanto si te di todo en la vida para que triunfaras?.
Lo único que te falta es paciencia, la dedicación, la confianza en ti mismo,
y el espíritu de éxito que te ayudará a vencer todas las dificultades
y asumir nuevos retos".
"La mejor forma de crecer, es compartir lo que tenemos"