Quisiera cantar feliz a cuatro vientos
porque descubro que la vida es un tesoro
que no se guarda en un cofre bien seguro
sino que fluye libremente entre los seres.
Así descubro la belleza de los cielos
del horizonte que amanece o el crepúsculo
y que la gente que rodea a mi perímetro
me enriquece con su amor sano y gratuito.
A veces pienso porque he de preocuparme
si estoy dispuesto a caminar con tanto brío
siguiendo el paso firme de entusiasmo
para acoger a los niños y sus juegos.
También es cierto que a veces me entristece
hacer un simple recorrido con mis ojos
y encontrarme con injustas realidades
que transforman mi dolor en impotencia.
No obstante sé que puedo aún sobreponerme
y dar un paso más allá de los abismos
aunque no sea un alarde de coraje
pero que intenta mitigar algún absurdo.
No quiero piense que exagero en optimismo
más bien quisiera que reinara la esperanza
que es posible plantearse la utopía
aunque la misma se traslade hacia adelante.
Yo sólo soy un juglar del nuevo siglo
que permanece expectante ante los cambios
y me deslumbro al observr a tantos jóvenes
al empeñarse en construir un nuevo mundo.
Por eso quiero expresar como argumento
no se precisa solamente el buen deseo
sino lo expresa voluntad de ampliar el rumbo
para cambiar lo que está mal y nos divide.
Entonces puedo finalmente retirarme
en el silencio recogido de mi sueño
y desplegar mi pensar y el sentimiento
en la plegaria más solemne a Dios eterno.
Jorge Villella