Entre la realidad y los sueños, pintó de esperanza, el engendro de un hijo, que jamás vería la luz del alba.
Cuatro meses creciendo, en el calor de su vientre, y en el mes de diciembre, cambiaron su suerte.
Maldita la ciencia, grita ella reconociendo lo evidente, pruebas que diagnostican peligro, en el cuerpo del feto y también en su mente.
Y con toda la pena, la de ella y su gente, se entrega a las manos del profesional que la atiende, pierde a su hijo, arroja su suerte, se duerme en la camilla llorando su muerte.
DULCINEA
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