Tus ojos no buscan las palabras; piensan en lo que oculto tras ellas: el desliz de un signo, rúbricas galimáticas adrede adnatas, vacíos ingrávidos donde el pensar nada cede al instinto.
Huecos, en cambio, cuyas concavidades abarroto, recámara preferida, guarnición donde corro cortinas y retengo lo que el ojo no te piensa.
Podría decir a mi pesar: Desnombro sedicioso y calculador el haz que trazas entre vueltas, edificando sentidos de naipes que estrangulo y te devuelvo en agnosia.
No quería postularlo. Hago añicos tu discurso: ¿tu lectura?
El sentido es sólo polvo. Desgarramientos alfabéticos en la página, mala fe manifiesta, espejismos también.
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