
INTENCIONALIDAD PATIBULARIA DEL DECIR
Enrique Eusebio
Arden en mis dedos voces de noches no concluidas; escarnios que dejo a tejedores sígnicos deseosos de agobiarse en la ancha mar
de los ditirambos imposibles; después de estas letras, las sinletras, la bondad colérica que asume el descalabro total de las premoniciones. Dicha pues la intencionalidad patibularia del decir, la desdibujo y glótica hago mi voz y dadora de simbología la tuya; podrás retorcer "mi esquina rosada", "mis laberintos" de abarrotes y memoriales, deshaceres de quien despierta "como si se sacudiera el agua del sueño", y dice la otra parte de tu vida "que tú misma no tienes". Olor del tigre. Azar de rayuela que atina en el indefectible abismo de la caída; luego el sueño torpe porque no se sabe; las letras puestas, ahora fósil del predecir y lo dicho; condenación inconmensurable del disentimiento; voz de agua; decir revuelto que se asesina cuando las aguas enloquecen y sus meandros son la voluntad de otros; a pesar de que el ojo mira, revierte, sustituye, desmonta y construye su historia en el arco inefable de su propio indecir.
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