Cada uno de nosotros es el único que nos puede hacer sentir bien o mal, podemos tener esa sensación de ser un ganador o perdedor en la cara de la vida. Nada más y nadie en el mundo tiene ese poder.
Incluso cuando somos amados, deseada, si no es amor el uno al otro, todo nada más nos ayudará. No importa lo que nos pasa o alguien que podemos decir, que no es lo que nos hará sentir mal o bien sobre sí mismos.
El primer paso hacia la felicidad está en el reconocimiento del valor propio de los hijos de Dios. Hemos sido creados a su imagen y semejanza para vivir la bendición de la felicidad.
No podemos sentir ni mejor ni peor que los demás, cada persona es especial. Y la razón es una: Dios habita en nosotros. Tomar la decisión de ser feliz!
Repite el corazón y la mente:
"Con la ayuda de la gracia de Dios no va a dejar que mi estado de ánimo u otros impiden que mi decisión de ser feliz."
Padre Alberto Gambarini