La persona sincera siempre dice la verdad, en todo momento,
aunque le cueste, sin temor al qué dirán.
Ya que vernos sorprendidos mientras mentimos es más vergonzoso aún.
Al ser sinceros aseguramos nuestras amistades, somos más honestos
con los demás y a la vez con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas
dignas de confianza por la autenticidad que hay en nuestra forma de comportarnos
y nuestras palabras.
A medida que nos vamos haciendo más mayores,
la sinceridad debe ir en aumento y debe convertirse
en un elemento básico para
vivir nuestra vida con auténtica plenitud y sinceridad.
|